De esta manera, Teresa pasa sus días encerrada en su cuarto, lejos de las pertenencias de su ex que ocupan toda la casa, comunicándose con Mery (la joven mucama) a través de un baby call.
Es así como este aparato, tradicionalmente utilizado para registrar los sonidos de un bebé en otra habitación, se transforma en un artefacto para canalizar un estado depresivo producto de la comodidad y el patetismo.
El clímax de esta obra sucede cuando en una situación atípica y peligrosa como lo es un robo, las dos mujeres (Teresa y Mery) son encerradas en el cuarto de servicio con la única posibilidad de escuchar a través del aparato, mientras los delincuentes perpetran el robo en la casa.