• Consejo Provincial de Educación - Domingo, 30 Agosto 2020

Simultáneas: con los grandes maestros y una experiencia que transmite saberes para la vida

El Gobierno de Santa Cruz, a través del Consejo Provincial de Educación y el Ministerio de Desarrollo Social, inició este jueves 27 de agosto las partidas “Simultáneas” de Ajedrez Virtual, que se extenderán este domingo inclusive.

En la plataforma lichess.org, contando con un usuario y contraseña personal, todos los amantes de esta disciplina intelectual, que cada día suma más adeptos, pueden jugar con maestros y maestras de la Provincia y del país. Algunos de ellos poseen experiencia internacional.

Los aficionados tienen la posibilidad de jugar cualquiera sea su nivel de conocimiento, de las estrategias, dado que las salas están destinadas a tres niveles: inicial, intermedio y avanzado.

Jugadoras y jugadores de todas las edades, están participando en las distintas categorías de esta instancia que permite desarrollar las propias capacidades, y disfrutar del encuentro con pares en su afición deportiva, a través de la modalidad a distancia.

En esta Segunda Edición de las “Simultáneas”, participó el gran maestro de Ajedrez Robert A. Hungaski, cuya presentación tuvo lugar el pasado viernes 28 de agosto.

 

Sobre el Maestro

Robert Hungaski nació en Estados Unidos. Vivió varios años de su primera infancia en Río Gallegos, Santa Cruz, con su familia materna. Desde alrededor de los seis años reside en Buenos Aires, salvo por una época de su vida en la que su hogar estuvo en su país natal.

Cursó sus estudios primarios y secundarios en Buenos Aires, donde aprendió a jugar al ajedrez en 1º Grado, “con una profesora que tenía, y que un día trajo el tablero, nos enseñó las reglas, nos hizo jugar, vio que me gustó, así que se lo escribió a mi mamá en el cuaderno de comunicaciones; y, también que no sería mala idea llevarme a algún club del juego; ahí es donde arranqué”.

Muchas veces nos preguntamos cómo los grandes maestros del ajedrez llegaron a ese lugar de excelencia, y las motivaciones que los guiaron. Hungaski cuenta sus vivencias, y de ello deducimos que una de las posibilidades es que el incentivo o interés vaya transformándose a lo largo de la vida, o no. “Me gustó mucho en la escuela, cuando le ganaba a todos mis compañeros, y dije esto está bueno; pero después cuando mi mamá me empezó a llevar a torneos, ya en un ambiente muy competitivo, me empezaron a ganar partidas por todos lados, y dije ‘esto ya no me gusta tanto’”, comparte y se ríe con el recuerdo.

Entonces dejó de jugar por dos o tres años, durante los cuales no se acercó a un tablero. Pero el ajedrez fue más fuerte, y su vuelta a las partidas ocurrió. Tenía once años.

“Fue de casualidad, vi que en un Club de Ajedrez estaba dando clases el profesor Gustavo del Castillo, una persona maravillosa que me enseñó a jugar. Además de la parte ajedrecística, como persona, es alguien a quien admiro mucho. Después de varios años, me quise acercar para saludarlo. Ahí volví al ajedrez, ya un poco más maduro; más capaz de absorber los golpes de la derrota. Fui volviendo de a poco, y fue para quedarme. No paré de jugar desde entonces”.

Relata Hungaski que decidió dedicarse al ajedrez mucho antes de ser maestro. “No era muy talentoso para el ajedrez; pero me gustaba mucho, y dije ‘yo quiero dedicarme a esto’. Fue a los trece años más o menos que empecé a competir internacionalmente, y a los dieciocho es cuando me convertí en maestro”.

Explica que hay tres títulos de maestría, tres escalones; uno es maestro, otro es maestro internacional, y el último nivel es gran maestro. “El título que logré a los dieciocho es de Maestro Internacional, que es el intermedio; y el de Gran Maestro lo obtuve a los veinticinco, en el 2013”.

Para lograr cada uno de estos progresos profesionales, “te exigen para cada nivel, que logres un cierto ranking internacional, y tres actuaciones particularmente distinguidas; que el torneo tenga cierta cantidad de jugadores extranjeros, cierta cantidad de grandes maestros, y que hayas logrado una performance con cierto nivel”.

A los dieciocho años se fue a estudiar a EEUU, “la facultad la hice allá, me mudé a donde estaba mi papá, estudié y me gradué en Filosofía; allá los títulos se llaman bachelor, que es como una especie de licenciatura o profesorado”.

Sobre esta elección comenta que le pareció “una rama bastante compatible con el ajedrez, en cuanto a la mentalidad que hay tener, porque la Filosofía es muy analítica en todo e introvertida, que son cualidades bastante particulares de los ajedrecísticos”.

En ajedrez como en la vida

El Gran Maestro señala: “Una de mis grandes pasiones dentro del ajedrez, se puede decir que es un hobby, es el ajedrez a ciegas. Un proyecto que tenía antes de la pandemia, y con el que venía avanzando bastante bien”.

En cuanto a las “simultáneas a ciegas”, detalla que “dar partidas simultáneas es cuando uno juega contra muchos rivales al mismo tiempo, se puede hacer bastante; pero a ciegas se hace muy poco y fue algo que yo venía practicando y tratando de mejorar”. El maestro juega con los ojos vendados, escuchando la marcación de las jugadas, y anunciando las propias de la misma manera: verbalmente.

“Mi objetivo era hacerlo en cada provincia, lo había hecho ya en Tierra del Fuego, acá en Santa Cruz, en Chaco, en Corrientes, en Buenos Aires y en algunos otros países también. Y al ser a ciegas uno ni siquiera está mirando el tablero, o sea, que está todo en la cabeza. Por lo tanto, no es que en mi mente yo veo un tablero nítido, como si lo tuviera enfrente. Muchas veces, en realidad, el campo de batalla es más que nada contra uno mismo, es no volver a cometer los mismos errores de siempre, y tratar de mejorar o controlar pequeños impulsos que uno tiene, que son contraproducentes. Rara vez veo la partida como algo que le tengo que ganar a la persona que está enfrente, más que nada espero no cometer errores, que yo sé que los tengo como un hábito o porque están muy arraigados”.

“Me parece que también el ajedrez es algo que tiene su paralelo con la vida cotidiana. Muchas veces en la vida cometemos errores, y sabemos que están mal cuando los hacemos; pero lo hacemos igual”. Dice el Gran Maestro y recuerda un libro, que considera muy bueno , de un ex-campeón mundial de ajedrez que es Garri Kaspárov, y que se llama "Cómo la vida imita al ajedrez". “Es un libro que de ajedrez no habla nada; pero traza muchos paralelos entre el ajedrez y la vida, que los ajedrecistas suelen apreciar”, rescata.

Actualmente, Robert Hungaski se dedica a la docencia: “Enseño ajedrez, soy el entrenador del equipo juvenil de Estados Unidos, y todos los años llevo la delegación a los campeonatos panamericanos y mundiales. Hoy en día juego porque me gusta”.

 

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