La Ley de Identidad de género, tanto como el cupo laboral trans, son herramientas que, al igual que todas las políticas de género, visibilizan las desigualdades históricas que buscan reparar y proteger derechos.
Las manifestaciones de odio profundizan la desigualdad, fomentan la discriminación y vulneran los derechos humanos, lo que va en contra de las leyes con las que cuenta nuestro país y los tratados internacionales en materia de derechos humanos que tenemos con jerarquía constitucional.