El buen trato es universal, es el resultado del respeto de los derechos y de la dignidad de la persona sea cual fuera su edad e implica reconocer al otro de igual a igual. Cuando hablamos de buen trato también hacemos referencia a la empatía, es decir, a la habilidad sensitiva de una persona al ver el mundo a través de la perspectiva del otro.
Las personas mayores necesitan sentirse cómodas al ser tratadas por terceros, esto quiere decir que, aún sin tener vínculos familiares o laborales, puedan gozar de un trato digno y oportuno. La razón de aplicar la empatía con las personas mayores es poder comprender con paciencia sus afectos, motivaciones y comportamientos.
Cada persona envejece de una manera; no todos envejecemos a la misma velocidad, ni somos física ni mentalmente iguales, ni nos afectan de la misma manera las circunstancias que nos rodean; compartimos un ciclo vital con las características específicas que lo definen, pero también con unas características individuales que nos hacen vivir la vejez de un modo diferente.
A partir del interrogante “¿Cómo quieres ser tratado cuando estés en mi lugar?”, la Dirección Provincial de Políticas para Adultos Mayores invita a la reflexión colectiva respecto de las implicancias de la vejez.